Fuente: Sabatino (La Paz, Bolivia)-.
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-Un cirujano plástico de La Paz dice que entre 1996 y 2006 practicó unas 10 cirugías de “cambio de sexo” a varones bolivianos y extranjeros.
“Soy una mujer y doy gracias a Dios por todo lo que tengo y por lo que soy”, dice Roberta Benzi, quien hace 23 años era R.O. Ella es considerada la primera boliviana en haber logrado cambiar su sexo —de hombre a mujer—, gracias a la denominada cirugía de reasignación sexual (CRS), que, hasta donde se sabía, nunca había sido practicada en el país, empero, La Prensa dialogó con un médico local que asegura haber realizado en La Paz unas 10 operaciones de este tipo desde 1996.
La CRS, comúnmente conocida como cambio de sexo, tuvo su boom en Europa en los años 50; a Latinoamérica llegó en los 70, y a Bolivia, en los 80, según el cirujano plástico Rolando Cartagena.
No obstante de que una de las organizaciones más grandes que aglutina a gays, lesbianas, bisexuales y transexuales (GLBT) en La Paz dice desconocer que en el país se haya practicado alguna vez esta cirugía especializada, Cartagena afirma que entre 1996 y 2006 realizó unas 10 CRS, tanto a bolivianos como a extranjeros.
Cabe advertir que la terminología en torno a la transexualidad no está del todo definida, las características para considerar a una persona como transexual aún no están claras. Algunos piensan que para ser tal, la persona debe haber pasado por operaciones quirúrgicas de reconstrucción genital o, al menos, haber empezado la terapia hormonal. Otros consideran que una persona transexual es aquella que ha completado su proceso de reasignación de sexo.
En todo caso, la CRS se la practica en varones que deciden cambiar su órgano masculino por uno femenino o viceversa (menos frecuente), esto en virtud de un conflicto entre la identidad sexual y la anatomía sexual.
Alberto Moscoso, presidente de la Asociación Civil de Desarrollo Social y Promoción Cultural (Adesproc) Libertad GLBT, señala que, en Bolivia, sólo se sabe de dos personas que han optado por la mencionada cirugía. Una de esas es Roberta Benzi, quien en 1986 recurrió a la CRS en Brasil para quitar una parte de su cuerpo que ella —entonces él— consideraba que estaba “de más”.
“Desde que tengo uso de razón me sentí mujer, pese a que en mi familia me decían que yo era varón y que debía comportarme como tal”, cuenta Roberta, mientras recuerda una faceta dolorosa de su vida, que, sin embargo, la impulsó a seguir adelante.
Veintitrés años después de la CRS y luego de haber atravesado muchos problemas de orden social y familiar, esta rubia de 39 años, de apariencia elegante y discreta feminidad, se asume como una mujer plena y completamente feliz.
Pero para llegar a ello, Roberta tuvo que librar varias batallas. Una de ellas fue en el plano familiar, pues a su padre le costó asumir lo que estaba viviendo su hijo —ahora hija—, aunque después terminó dándole todo su apoyo.
Además de ser comunicadora social, esta paceña es diseñadora de modas, chef y oradora; su gran sueño es trabajar en una organización de defensa de los derechos humanos. En Bolivia, al igual que en otros países, todavía hay rechazo hacia esta población, dice.
Pero no todos aspiran a un cambio radical. Por ejemplo, las travestis, las transgénero optan por tener el cuerpo de mujer, pero no buscan hacerse un CRS.
Tal es el caso de Antonella Kanazza (27 años), quien, a diferencia de Roberta, dice que nunca se practicaría un CRS, pues, para ella, su miembro masculino es lo más “sexy “ que tiene.
En cambio, sí optó por la cirugía plástica. Antonella se hizo 13 operaciones en total, gracias a éstas pudo moldear su cuerpo de tal manera que actualmente ostenta el título de Miss Bolivia Travesti 2009 (foto superior).
Comenzó con el levantamiento de glúteos, al año siguiente fueron los implantes mamarios, y posteriormente, una serie de cambios en su rostro. En total invirtió alrededor de 5.000 dólares en su nueva imagen.
“La verdad, a mí me gusta verme como mujer, aunque me costó mucho aceptarlo”, comenta Antonella, al recordar su niñez, cuando vivía en su pueblo, Ancoraimes (provincia Omasuyos, La Paz).
Siempre se sintió atraída por los varones —cuenta—, un gusto contra el que, sin embargo, luchó durante toda su niñez, merced a cuestiones familiares, religiosas y hasta culturales.
“Recuerdo que cuando vine de mi pueblo —relata mientras cruza las piernas y se acomoda para la entrevista— fui a estudiar a un colegio de varones. Ahí todos los chicos eran crueles conmigo, por eso decidí volver a Ancoraimes a terminar mi colegiatura. Ahí me tranquilicé y decidí ir al cuartel, donde tuve mi primera pareja homosexual”.
Hasta ese entonces —continúa—, Antonella no sabía que sería un travesti (hombre que se viste de mujer), pero ya en la universidad decidió aceptar su identidad sexual. “A los 20 años lo decidí, lo acepté y no pedí disculpas a nadie por ello, pues quería ser, vestir y arreglarme como mujer las 24 horas del día, sin esconderme”.
Después de informar a su familia sobre su decisión, Antonella contó con la aceptación de su madre y de sus hermanas, cosa que no ocurrió con su hermano mayor. Éste le lanzó insultos y agresiones. Poco tiempo después, Antonella ya no se contentaba con sólo vestir de mujer, de modo que decidió dar un paso más y optó, como ya se dijo, por 13 cirugías plásticas. Además de bailarina y diseñadora de modas, ella es médico.
Hilary Nicole, una travesti de 20 años, prefiere tomárselo con calma. Ella espera cumplir 22 para hacerse alguna cirugía.
“Tengo curiosidad de hacerme colocar prótesis (en los senos), me gustaría lucirlos, pero a la vez tengo miedo, porque tuve amigas que se los hicieron poner y se les desparramó en el cuerpo”. En cuanto a la CRS, dice que “ni se me pasó por la cabeza”.
Pese a que ella no gastó en cirugías, cuenta que a la semana gasta cerca de 500 bolivianos para verse siempre “bella”.
“No sólo se puede gastar en cirugías, sino también en dosis de hormonas, ropa, tinte para el cabello, cosméticos y arreglo de uñas”.
La CRS
Según el cirujano plástico especialista en cirugías especiales Rolando Cartagena, hasta hace unos tres años, él practicaba la CRS en La Paz. Entre 1996 y 2006 realizó unas 10 operaciones de este tipo. Dejó de hacerlas porque no tuvo más solicitudes.
Añade que el costo de esta operación en Bolivia es de alrededor de 5.000 dólares, monto que está por debajo de los 20.000 a 25.000 dólares cobrados en Chile, Brasil y Perú, países donde también se practica la CRS.
Enseñando a La Prensa unas fotografías de los trabajos que realizó, el galeno explica que la CRS consiste en hacer una criptoeyetlesis (retiro de los testículos) y una vaginoplastía (dar forma de una vagina) en el área genital de la persona. La operación, en la que participan un ginecólogo, un urólogo, un anestesiólogo y un cirujano plástico, demora entre seis y ocho horas.
Posteriormente —añade—, la persona debe tener algunos cuidados, como evitar la actividad sexual por lo menos 30 días, dejar de beber, fumar y comer picantes. Además, debe someterse a un tratamiento hormonal.
“Ya después de la cirugía, la persona podrá miccionar (orinar) como mujer”, comenta el especialista, quien advierte, sin embargo, de que esta operación puede ser traumática para la persona, de ahí que se le recomienda un tratamiento psicológico antes de someterse a la intervención quirúrgica, la que es irreversible.
En cuanto a la sensibilidad sexual, el especialista explica que ésta puede ser muy variable, pues el “orgasmo está en la mente”.
De acuerdo con su experiencia profesional, Cartagena comenta que las cirugías que más ha realizado a travestis y transgénero son las de implante mamario, levantamiento e implante de glúteos y peeling con láser, para evitar el crecimiento del vello facial. Todas estas operaciones, en total, tienen un costo de alrededor de 15.000 dólares en el país.
Pero si la persona decide hacerse las cirugías anteriormente mencionadas y la CRS, deberá invertir un aproximado de 20.000 dólares en Bolivia, cosa que en Brasil, Chile o Perú puede llegar a costar hasta 50.000 dólares.
En suma, sea travesti, transgénero o transexual, la persona debe recorrer un largo camino, a menudo muy pedregoso, hasta alcanzar la identidad sexual deseada. Mucho depende, claro está, de los recursos económicos que tenga a disposición. Cuanto más tenga, el camino será más corto.
Un refugio para las travestis
Atravesar por un proceso de identificación sexual no es nada fácil, así lo asume la Organización de Transexuales y Travestis Femeninas (Otraf Bolivia), que trabaja en favor de las personas que están viviendo ese proceso. Para ellas busca becas de estudio en cosmetología, diseño de modas, pastelería y panadería, además que su sede sirve también como refugio para aquellas personas que, por su identidad sexual, han perdido su hogar.
De acuerdo con la presidenta de Otraf Bolivia, Daysi Dinatalli, la organización brinda apoyo con consejos, charlas y ayuda psicológica a quienes buscan su identidad sexual. “En este albergue no se les cobra ni un centavo; si quieren, pueden quedarse, por eso la organización funciona también como alojamiento”.
“Nadie mejor que nosotras para entender lo que nos pasa, eso sí, son ellas las que deben tomar la decisión; si quieren se vuelven travestis, si no, pueden ser transformistas (vestirse de mujer en ocasiones)”, explica Daysi, quien es transgénero. La también diseñadora de modas sostiene que a menudo, ellas (travestis, transgéneros, etc.) sienten el rechazo de la sociedad boliviana, lo que las desanima y les obliga a lidiar con la baja autoestima. En razón de esto, Otraf Bolivia trabaja en la autoestima de quienes recurren a la organización, les aconsejan cómo deben comportarse y cómo aceptarse a sí mismas.
Dicha organización trabaja con el cirujano plástico Rolando Cartagena, citado en esta nota.
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