Fuente: Cleveland Indy Media Center (Cleveland, OH, USA)-.
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Escrito por: Marina Aizen
- El estupro confesado por el obispo Fernando Lugo, cometido cuando aún ejercía de sacerdote, demuestra la hipocresía reinante en los jerarcas católicos.
Pero también existen documentos de muestra.
Son unas 3.000 páginas, que la Justicia ordenó publicar. Revelan conductas que incluyen, además de sexo, castigos físicos y consumo de drogas. Y muestran cómo la arquidiócesis quiso ocultar todo.
La Iglesia Católica de los Estados Unidos sufrió un nuevo golpe, luego de la divulgación de papeles secretos de la Arquidiócesis de Boston, que dan cuenta de la conducta patológica e inmoral de sus prelados. Hubo, entre otros casos, un cura que tenía una amante y que le impartía castigos físicos crueles a su mucama; otro que tenía relaciones sexuales con novicias, convenciéndolas de que él era la encarnación del retorno de Cristo a la Tierra; y también el que cambiaba favores sexuales con chicos por cocaína.
Pero estos documentos no sólo revelan actos graves y siniestros, sino también que la jerarquía de la arquidiócesis tenía cabal conocimiento de ellos. Y no sólo trató de ocultarlos en el profundo secreto. Muchas veces, los "problemas" de los curas se resolvían simplemente cambiándolos de parroquia. Incluso, el cardenal Bernard Law llegó a mostrar comprensión con los acusados de violaciones, en cartas que escribió de su puño y letra.
Estos documentos —que tienen unas 3 mil páginas— fueron obtenidos por los abogados de las víctimas de un cura llamado Paul Shanley, y hechos públicos por orden de una corte de Boston. Los papeles cuentan las intimidades escandalosas de 8 sacerdotes. Pero en las próximas semanas se conocerán documentos que comprometen a por lo menos otros 60 curas.
Unas 450 personas están acusando a la Iglesia de Boston de haber sufrido abusos sexuales por parte de sus ministros. La arquidiócesis está considerando declararse en bancarrota, una medida sin precedentes, para protegerse de la avalancha de juicios. Mientras tanto, las voces para que renuncie su máximo prelado, el cardenal Law, se están volviendo cada vez más fuertes. Pero el escándalo no sólo lo afecta a él, sino también a toda la Iglesia, porque sacerdotes que pasaron por esa jurisdicción —y que ocultaron abusos— hoy ocupan importantes puestos en otras partes de los Estados Unidos.
Algunas historias parecen salidas de una novela negra, como la del reverendo Thomas Forry, que tuvo una amante por 11 años y que castigó tan salvajemente a su mucama que le arrancó los pelos. Este último incidente ocurrió en 1984, pero recién fue removido del ministerio este año. Y aunque las acusaciones continuaron contra él, el cardenal Law lo recomendó para distintos puestos, y le agradeció sus servicios como ministro de la Iglesia.
El caso de Peter Frost no es menos espeluznante. El había abusado sexualmente de niños ya en 1969. En 1994 le escribió una carta manuscrita a Law confesando que era un "adicto sexual", que había violado a un niño de 10 años y que no podía olvidar que una de sus víctimas había cometido suicidio. Sin embargo, el cardenal lo congratuló años más tarde —en 1999— por la "sabiduría que emerge de una experiencia difícil". Le comunicó también su esperanza de que volviera algún día al ministerio.
Los papeles revelan también el caso del reverendo Richard Buntel, a quien dentro de la Iglesia conocían con el sobrenombre de "pothead", algo así como "cabeza de porro" en inglés, por su alto consumo de marihuana. En 1994, la Iglesia pagó medio millón de dólares a un chico que acusó a este cura de haberlo forzado a hacer un filme pornográfico junto a él. Según la demanda, el sacerdote había hecho esto por pedido de sus abastecedores de droga.
En 1983, este cura ya había sido interrogado por otra acusación: que le había dado cocaína a un chico de 15 años a cambio de sexo oral.
Entre otros casos, el del reverendo Robert Meffan es el más extraño. El convencía a las novicias de ser "las novias de Cristo", y luego se acostaba con ellas. Una de las mujeres dijo que el cura les decía al oído que se imaginaran que Jesús la estaba "tocando, besando, haciendo el amor con ella". El sacerdote, que ya está retirado, fue el único que no tuvo problemas en admitir sus actos. "Eran chicas fantásticas", le dijo al diario The Boston Globe. "Estaba tratando de que amaran a Cristo más íntima y cercanamente."
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