Fuente: Hora 7 (Salta, Argentina)-.
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Esta tarde nueva marcha por el centro
La represión impulsada por el gobierno provincial y el municipal produce desesperación y desconcierto en la parte de la comunidad trans que sobrevive con el trabajo sexual. Preocupación de Anita Ragot, Flavia Salim, Verónica Spaventa y Diego Saravia. La asamblea de travestis trabajadoras sexuales realizada el lunes a las 21 en la sede del Centro Vecinal del barrio 20 de Febrero terminó con una convicción unánime: para enfrentar a la represión lanzada desde el gobierno no queda otra que la unión, la lucha y el activismo a todo nivel.
Esta tarde, a partir de las 19 partirá una nueva marcha de travestis desde el Teleférico. Recorrerá el centro de la ciudad y volverá a denunciar la represión policial y a pedir por los derechos humanos de la comunidad trans.
La convocatoria para la Asamblea de travestis y trabajadoras sexuales sólo logró la concurrencia de una veintena de las 120 travestis y 120 meretrices que -según reporta Mary Robles, presidenta de ATTTA (Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros)- ejercen en las calles salteñas la llamada "profesión más antigua del mundo".
"Hay temor, la represión es brutal, hay que parar esto" dice Mary Robles y dirige el debate de las travestis mientras se comunica con Verónica Spaventa del INADI, llama al concejal Diego Saravia, escucha los concejos de la abogada de Derechos Humanos de la Provincia Flavia Salim, y presenta a la socióloga Anita Ragot.
Robles intenta, infructuosamente, que el defensor del pueblo Alvaro Ulloa preste alguna atención al problema. Tiene un duro cruce telefónico con Spaventa, quien entendió que la reunión era solo para las travestis y no concurrió.
La delegada local del INADI remarca la importancia de la presentación de un amparo al que INADI Salta va a adherir.
Spaventa explica a por teléfono a Salta 21 que con los artículos represivos del código contravencional la provincia está violando tratados internacionales y legislación federal. La Corte podría obligar a la Provincia a derogarlos, porque es la última garante de la juricidad y constitucionalidad de toda la normativa que rige en el país.
La abogada Salim le pone actitud pero es evidente que su buena intención de ayudar a las travestis perseguidas y reprimidas choca con la decisión tomada al máximo nivel del gobierno de llevar adelante esta política lesiva a los derechos humanos.
La socióloga Anita Ragot aporta sus denuncias cursadas vía mail a las organizaciones de Derechos Humanos y Trans de Europa sobre lo que está pasando en Salta y comparte su experiencia de trabajo social en París.
El concejal Diego Saravia informa que logró que se llame a un plenario para el viernes a las 10 en el Concejo Deliberante para instar a las autoridades legislativas y de salud de la Provincia a atender la problemática de las trabajadoras sexuales.
Robles denuncia que hace meses que tramita el reconocimiento jurídico de su organización y no logra que el ministro Antonio Marocco apruebe el estatuto y le otorgue personería jurídica.
Los testimonios de las trabajadoras sexuales es desgarrador. "No hacemos apología de la prostitución ni de la zona roja", dice Mary. "Sólo pedimos que nos dejen trabajar como lo venimos haciendo desde hace treinta años".
Saravia aconseja dar la batalla ante las autoridades y también ante la opinión pública para que se entienda que son seres humanos que tienen derechos. Mientras, la constante presencia policial en las calles donde solían esperar a sus clientes para correrlas y detenerlas arroja a las trabajadoras sexuales a la desesperación, el hambre y la represión sistemática.
Anita Ragot dice que urgen políticas de inclusión, de educación, de lucha contra la discriminación, de salidas laborales opcionales, de ayuda social y economica para la comunidad trans y las trabajadoras sexuales. Pero no las ve en Salta, no existen.
Diego Saravia está de acuerdo con Ragot. No puede ser que la única respuesta a esta problemática tan compleja sea la represión. El edil conjetura: es indudable que alguien con mucho poder está detrás de todo esto. No está de acuerdo con la criminalización de las travestis. Exige exige revertir esta política por otra que tenga una visión humanitaria, social y sanitaria.
Nadie quiere decirlo. Pero no estaría mal mirar hacia el Opus Dei, el gobernador Juan Manuel Urtubey y el arzobispo Mario Cargnello, quien volvió a desempolvar su prédica del odio contra las minorías sexuales en la homilía del Milagro.
Y -por supuesto- también hay que analizar cómo se genera la intolerancia de algunos vecinos, alimentada por la homofobia que Bernardo Rabinowicz y Juan Antonio Abarzúa destilan sistemáticamente desde las páginas del diario El Tribuno.
Un diario que supura odio, mentiras y vilezas tales como invertarle el apodo de "tanga frenética" a una trabajadora sexual que tiene dignidad humana y a la que hasta hoy a nadie -salvo a Rabinowicz y Abarzúa- se le ocurrió llamarle así.
Lo cierto es que una impronta de intolerancia fascista se abate sobre la sociedad. A nadie le importa. Porque total, dicen, "no somos travestis ni clientes de las prostitutas". O si lo son lo ocultan para atacar a quienes sí lo son y lo asumen.
¿Somos Derechos y Humanos? ¿o de derecha e inhumanos?.
¿Por qué la única opción para un sector ya muy castigado, marginado, discriminado y vituperado es la represión?.
"La única diferencia con el Proceso es que todavía no vienen a buscarnos en nuestras casas", comenta una de las travestis.
El concejal señala que el Secretario de Seguridad Aldo Saravia afirmó que estamos en medio de una "guerra" entre "los vecinos" y un sector ¡al que ni siquiera se atreve a nombrar!.
Recuerda también el edil que Pablo Kosiner, ministro de Justicia y Derechos Humanos de la Provincia (un romerista que supo encabezar en la cámara la defensa corporativa de un narcodiputado) dijo que no va a permitir que se toque una coma del Código Contravencional que él mismo redactó.
¿Y el Partido Obrero?. Paradójicamente, dice Saravia, el PO tiene una visión similar a la de la iglesia católica. Si bien ellos luchan por los derechos de las minorías sexuales, creen que la prostitución es un mal de la sociedad capitalista.
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Esta tarde nueva marcha por el centro
La represión impulsada por el gobierno provincial y el municipal produce desesperación y desconcierto en la parte de la comunidad trans que sobrevive con el trabajo sexual. Preocupación de Anita Ragot, Flavia Salim, Verónica Spaventa y Diego Saravia. La asamblea de travestis trabajadoras sexuales realizada el lunes a las 21 en la sede del Centro Vecinal del barrio 20 de Febrero terminó con una convicción unánime: para enfrentar a la represión lanzada desde el gobierno no queda otra que la unión, la lucha y el activismo a todo nivel.
Esta tarde, a partir de las 19 partirá una nueva marcha de travestis desde el Teleférico. Recorrerá el centro de la ciudad y volverá a denunciar la represión policial y a pedir por los derechos humanos de la comunidad trans.
La convocatoria para la Asamblea de travestis y trabajadoras sexuales sólo logró la concurrencia de una veintena de las 120 travestis y 120 meretrices que -según reporta Mary Robles, presidenta de ATTTA (Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros)- ejercen en las calles salteñas la llamada "profesión más antigua del mundo".
"Hay temor, la represión es brutal, hay que parar esto" dice Mary Robles y dirige el debate de las travestis mientras se comunica con Verónica Spaventa del INADI, llama al concejal Diego Saravia, escucha los concejos de la abogada de Derechos Humanos de la Provincia Flavia Salim, y presenta a la socióloga Anita Ragot.
Robles intenta, infructuosamente, que el defensor del pueblo Alvaro Ulloa preste alguna atención al problema. Tiene un duro cruce telefónico con Spaventa, quien entendió que la reunión era solo para las travestis y no concurrió.
La delegada local del INADI remarca la importancia de la presentación de un amparo al que INADI Salta va a adherir.
Spaventa explica a por teléfono a Salta 21 que con los artículos represivos del código contravencional la provincia está violando tratados internacionales y legislación federal. La Corte podría obligar a la Provincia a derogarlos, porque es la última garante de la juricidad y constitucionalidad de toda la normativa que rige en el país.
La abogada Salim le pone actitud pero es evidente que su buena intención de ayudar a las travestis perseguidas y reprimidas choca con la decisión tomada al máximo nivel del gobierno de llevar adelante esta política lesiva a los derechos humanos.
La socióloga Anita Ragot aporta sus denuncias cursadas vía mail a las organizaciones de Derechos Humanos y Trans de Europa sobre lo que está pasando en Salta y comparte su experiencia de trabajo social en París.
El concejal Diego Saravia informa que logró que se llame a un plenario para el viernes a las 10 en el Concejo Deliberante para instar a las autoridades legislativas y de salud de la Provincia a atender la problemática de las trabajadoras sexuales.
Robles denuncia que hace meses que tramita el reconocimiento jurídico de su organización y no logra que el ministro Antonio Marocco apruebe el estatuto y le otorgue personería jurídica.
Los testimonios de las trabajadoras sexuales es desgarrador. "No hacemos apología de la prostitución ni de la zona roja", dice Mary. "Sólo pedimos que nos dejen trabajar como lo venimos haciendo desde hace treinta años".
Saravia aconseja dar la batalla ante las autoridades y también ante la opinión pública para que se entienda que son seres humanos que tienen derechos. Mientras, la constante presencia policial en las calles donde solían esperar a sus clientes para correrlas y detenerlas arroja a las trabajadoras sexuales a la desesperación, el hambre y la represión sistemática.
Anita Ragot dice que urgen políticas de inclusión, de educación, de lucha contra la discriminación, de salidas laborales opcionales, de ayuda social y economica para la comunidad trans y las trabajadoras sexuales. Pero no las ve en Salta, no existen.
Diego Saravia está de acuerdo con Ragot. No puede ser que la única respuesta a esta problemática tan compleja sea la represión. El edil conjetura: es indudable que alguien con mucho poder está detrás de todo esto. No está de acuerdo con la criminalización de las travestis. Exige exige revertir esta política por otra que tenga una visión humanitaria, social y sanitaria.
Nadie quiere decirlo. Pero no estaría mal mirar hacia el Opus Dei, el gobernador Juan Manuel Urtubey y el arzobispo Mario Cargnello, quien volvió a desempolvar su prédica del odio contra las minorías sexuales en la homilía del Milagro.
Y -por supuesto- también hay que analizar cómo se genera la intolerancia de algunos vecinos, alimentada por la homofobia que Bernardo Rabinowicz y Juan Antonio Abarzúa destilan sistemáticamente desde las páginas del diario El Tribuno.
Un diario que supura odio, mentiras y vilezas tales como invertarle el apodo de "tanga frenética" a una trabajadora sexual que tiene dignidad humana y a la que hasta hoy a nadie -salvo a Rabinowicz y Abarzúa- se le ocurrió llamarle así.
Lo cierto es que una impronta de intolerancia fascista se abate sobre la sociedad. A nadie le importa. Porque total, dicen, "no somos travestis ni clientes de las prostitutas". O si lo son lo ocultan para atacar a quienes sí lo son y lo asumen.
¿Somos Derechos y Humanos? ¿o de derecha e inhumanos?.
¿Por qué la única opción para un sector ya muy castigado, marginado, discriminado y vituperado es la represión?.
"La única diferencia con el Proceso es que todavía no vienen a buscarnos en nuestras casas", comenta una de las travestis.
El concejal señala que el Secretario de Seguridad Aldo Saravia afirmó que estamos en medio de una "guerra" entre "los vecinos" y un sector ¡al que ni siquiera se atreve a nombrar!.
Recuerda también el edil que Pablo Kosiner, ministro de Justicia y Derechos Humanos de la Provincia (un romerista que supo encabezar en la cámara la defensa corporativa de un narcodiputado) dijo que no va a permitir que se toque una coma del Código Contravencional que él mismo redactó.
¿Y el Partido Obrero?. Paradójicamente, dice Saravia, el PO tiene una visión similar a la de la iglesia católica. Si bien ellos luchan por los derechos de las minorías sexuales, creen que la prostitución es un mal de la sociedad capitalista.
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