(Fotografía: La noche del 18 de febrero trabajaras sexuales transgénero protestaron por la muerte de Evelyn Ormeño)
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Diario El Comercio- (Quito, Ecuador)-.
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“Yo me siento una trans divina, sociable, tengo contacto con todo el mundo. No somos un bicho, somos seres humanos y merecemos que la sociedad nos dé la mano para salir adelante”.
“Me gustaría seguir estudiando, ser una psicóloga o una abogada y ayudar a otros”, dice Tayra Evelyn Ormeño, en las imágenes que el videoasta Pocho Álvarez capturó días antes de que el cuerpo de la trabajadora sexual aparezca sin vida en La Y.
Evelyn era integrante de la Asociación de Trabajadoras Sexuales Trans de La Y, y de la Casa Trans. Ella fue asesinada la madrugada del 12 de febrero con el pico de una botella.
La noche del 18 de febrero activistas por los derechos de la comunidad GLBT (Gay, lésbico, bisexual y transgénero) organizaron un plantón en el lugar donde mataron a Evelyn, reactivando así la denominada campaña “Tacones blancos” que lucha contra los crímenes por identidad de género.
Ana Almeida, del Colectivo Cuerpos Distintos Derechos Iguales, denuncia que “las trans femeninas que ejercen trabajo sexual en la calle son permanentemente víctimas de violencia por parte de la sociedad que les discrimina y de ciertos grupos que frecuentan las áreas de trabajo sexual, y cuando hablo de grupos no solo son los usuarios sino algunas veces la Policía”.
Almeida dice que ante la muerte de Ormeño se ha sentado un precedente ya que será el colectivo quien impulse la denuncia.
“Por lo general quien debe poner la denuncia es la familia de la víctima, pero muchas no tienen recursos para hacerlo y por otro lado, hay vergüenza por (tener a un familiar transgénero) entonces desisten en la denuncia.
En este caso hemos hecho la denuncia como colectivo, la Fiscalía accedió y vamos a poder hacer más presión para que el seguimiento de este caso sea más exhaustivo”.
Mientras la Policía investiga el caso de la muerte de la guayaquileña Evelyn, un grupo de trabajadoras sexuales de La Mariscal cuenta cuáles son los mayores riesgos a la hora de salir a las calles.
En la vereda
“Nosotras no sabemos con quién nos vamos. En la calle pasa de todo: hay malcriados, groseros, tranquilos. No ha existido gente que directamente nos haya amenazado”, dice Patricia, una trabajadora sexual de la calle.
“La Policía nos gasea, nos saca corriendo con las motos, nos llevan a aguantar frío en sus cuarteles”, agrega ella.
Mientras Patricia conversa con este Diario, una persona en estado etílico se acerca a ella: “¡Tome un vinito, vaya a ser que…! mire no está abierto…”. “Vamos al hotel…”, contesta Patricia ante la insistencia del hombre.
“Si tuviésemos una organización pediríamos que la Policía no nos corretee, que nos dé seguridad, que se dediquen a coger delincuentes y a expendedores de droga, porque nosotras no le hacemos mal a nadie, a quien roba no dicen nada, los policías nunca están para nosotros, somos como basura para ellos”, añade Patricia secundada por tres de sus compañeras de calle.
Falta tolerancia hacia lo ‘trans’
Verónica Espinosa / Teniente Coronel de Policía
Estamos capacitando a nuestro personal en lo que es violencia de género para que sepan tratar de una manera adecuada a las personas de género sensible, es decir mujeres, personas transgénero con diferentes opciones y tendencias sexuales que son fáciles de vulnerar por su condición.
La sociedad ecuatoriana no está capacitada para aceptar la presencia de personas de género diverso, familias que viven por el sector de La Y permanentemente se quejan a la central de radio patrullas por la presencia de trabajadoras sexuales y lo que ocurre es que la Policía trata de evitar que ellas circulen por ahí.
El trabajo sexual está permitido en nuestro país, no se puede ejercer en las calles y en lugares públicos, pero que ellas circulen por el lugar no puede ser evitado. Hay una falta de tolerancia a este grupo social.
La sociedad no las conoce
Pocho Álvarez / Videoasta
En el país a nadie interesa mostrar la violencia que se ejerce contra la mujer, peor la que se ejerce contra los otros géneros.
Los más desoídos son estas personas que están dentro de lo que la sociedad rechaza, no conoce ni le interesa conocer.
Es triste el ejercicio de la sociedad y de las instituciones públicas. Me conmueve mucho la circunstancia en la que transita ese ser humano y al mismo tiempo su valentía inmensa de enfrentar condiciones adversas.
A ellas les interesa hablar, que su voz sea escuchada porque es un reclamo que esta detrás de una sociedad que las condena a la oscuridad, invisibiliza y calla la boca.
Las trans me han conversado de que hay una suerte de incomprensión absoluta de su realidad y que hay grupos transfóbicos, gente que no admite esa realidad y que busca eliminarles.
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