11 abril 2007

Julio, primer hombre transexual que cambia su identidad sin cirujía

El País-.
-------------

La Ley de Identidad de Género ha permitido el cambio

Julio Cuesta Bernal. Sexo: Varón. Nació en noviembre de 1956, en Valencia. Hasta ayer, oficialmente, era Julia. 50 años de vida, más de 25 años de lucha, una adolescencia de silencio, una juventud entre psicólogos y psiquiatras, un coma por una negligencia que frustró los que eran sus sueños de vida. "Han valido la pena por estar hoy aquí, es el día más feliz de mi vida", dijo ayer, cuando recogió del Registro Civil de Valencia su partida de nacimiento, en la que se recoge el sexo que siempre ha sentido. No ha necesitado intervención quirúrgica para cambiar su identidad, tampoco puede someterse a ella, una negligencia médica en una endoscopia le llevó a un coma del que salió con una discapacidad del 79%. Le ha amparado la Ley de Identidad de Género aprobada hace poco más de un mes.

"Ha sido muy duro, muy doloroso. Lo ha sido para mí y para todos y todas las transexuales. Para mí, el inconveniente añadido ha sido la encefalopatía que me provocó una operación en la que el anestesista me pinchó por un conducto equivocado", explica.

"No sé cuando empecé a sentirme quien soy, Julio. Creo que desde que tengo uso de razón. Odiaba las faldas y los pendientes, me los ponía por presión social. Evitaba eso, siempre buscaba los pantalones. En la adolescencia, me encerré, no tenía amigos ni amigas, no salía, no hablaba con nadie, tenía miedo si me gustaba alguna chica, no quería que se diera cuenta. Tenía miedo de todo", dice.

Su hermana, tres años mayor que él, fue su primera confidente. "Ella me dijo que siempre estaría a mi lado, pero que no sabía cómo ayudarme", recuerda Julio. Era, entonces, una niña siempre abatida.

"Yo sólo veía que estaba triste, muy triste, y no sabía nada", Es la voz de la madre de Julio, Pilar Bernal, de 78 años: "Un día, vi en su cuarto su diario. Y lo leí. Sé que no está bien, pero no me arrepiento. Lo leí y descubrí lo que mi hijo estaba pasando. Hablé con mi marido, que falleció hace más de dos años, y después con él. Le dijimos que estaríamos con él siempre, le hemos apoyado en todo. Es mi hijo. Me siento orgullosa de él. Y hoy es también el día más feliz de mi vida, ahora ya sé que puedo morirme con la tranquilidad de que mi hijo tiene todos sus papeles en regla y no tiene que avergonzarse de nada. Por fin".

Julio pasó por el Teléfono de la Esperanza, donde le dijeron que era "un desviado", pero le pusieron en contacto con psicólogos. En el hospital de la Princesa de Madrid se sometió durante cinco años a tratamiento psicológico y endocrino. "Sabía que me pasaba algo. No era una lesbiana. No. No me sentía en mi cuerpo. Me desarrollé y me parecía un castigo, todo me era ajeno. Intenté superar todo para operarme", cuenta. No pudo ser. Sí se extirpó, mucho después, mamas y ovarios.

Es crítico, reivindicativo. "Soy un activista", dice. Va en silla de ruedas. Le falla la vista. Tiene el habla afectada. "Pero soy feliz. Tengo a mi familia, tengo a mis amigos, tengo lo que me queda de mi vida, y tengo mi identidad. Me gustaría ir a votar en mayo con mi nuevo DNI". Atrás queda la demanda que tiene el Supremo tras no reconocer que Julia es Julio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Trans_Bitácora - Diario de Información Digital Movimiento ITLGBQNBA+, no se hace responsable de los comentarios vertidos en el mismo