El Universal (México)-.
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Señalan que las personas transexuales enfrentan una situación legal que les impide cambiar de nombre. Son objeto de discriminación, comentarios sarcásticos y rechazo social.
Mario nació ella y Diana Laura, él. Ambos son transexuales. Se conocieron hace cuatro años y son pareja. A pesar de haber conseguido una transformación física, sólo les falta el cambio legal de su nombre y la reasignación de sexo para vivir como un hombre y una mujer de verdad.(*1)
De baja estatura, el cabello corto y escaso con algunas canas, además de restos de barba en el rostro, Mario Shajar Sánchez, de 54 años, dice que el momento más feliz de su vida fue hace cinco: cuando desapareció el fantasma que lo perseguía desde la niñez. "Desperté en el cuarto del hospital y lo primero que hice fue tocarme el busto, respiré aliviado y dije: ´¡Por fin se me fue esta mujer que me andaba siguiendo!´".
Diana Laura Guerrero, de cabello largo, delgada, con las uñas de las manos muy bien cuidadas y con sus gafas de sol en la cabeza, asegura que siempre se sintió diferente. Aunque nació en cuerpo de niño, su forma de pensar y de sentir eran los de una mujer. "Al final el cerebro tiende a ganar, dice.
Reservada, con pocos amigos, estudió Ingeniería Mecánico-Eléctrica. Al poco tiempo comenzó a trabajar en una pequeña empresa y un buen día decidió enfrentar a su jefe y a sus compañeros de trabajo como una mujer. Por fortuna, tras algunos inconvenientes, fue bien aceptada, pero no todos ni todas corren la misma suerte, pues según dice la propia Diana Laura la mayoría de los "trans" terminan en situación de trabajo sexual o como estilistas.(*2)
La parte médica
De acuerdo con la sicoterapeuta sexual y de pareja Alma Aldana García, de Especialidades Médico-Psiquiátricas y Psicoterapéuticas (EMEPP), "un transexual es una persona que tiene la sensación interna de pertenecer a otro género", por ello las frases que los caracterizan son: "soy una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre", o bien, "soy un hombre atrapado en el cuerpo de una mujer".
"Sin embargo, para asegurar el diagnóstico es necesario descartar la esquizofrenia, los casos de doble personalidad, o las tendencias borderline, y comenzar con una terapia muy larga, mínimo de ocho años, de acuerdo con los manuales internacionales. En ella tienes que aclarar que el paciente, hombre o mujer, sea realmente un transexual, es decir, que se viva atrapado en un cuerpo que no le corresponde. Generalmente estos síntomas aparecen desde la primera infancia", continúa Aldana.
La especialista agrega que cuando una persona ha logrado vivir 24 horas con su nuevo género, se empieza un trabajo de equipo con un siquiatra, un neurólogo y un endocrinólogo, este último comienza a administrar hormonas para que el cuerpo empiece a cambiar antes de llegar a una cirugía.
En el caso de Mario, él recuerda que en la casa vestía de niña, "pero desde que tengo uso de razón siempre he sabido que soy un hombre, por eso decidí vivir independientemente del cuerpo en que estaba y bloquear mi mente. Nunca anduve viéndome ni agarrándome nada", dice mientras espera a sus compañeras que todos los martes se reúnen en el Centro Cultural de la Diversidad Sexual de la colonia Roma.
"Incluso llegué a pensar que cuando me bajara la regla me iba a componer, pero nada de eso sucedió. En la menstruación hacía como si no fuera yo. Sólo trataba de asear el cuerpo que me habían asignado", continúa.
Sin embargo, el gran problema para Mario, quien desde 1992 trabaja como celador en un reclusorio femenil, fue en la juventud. "Cuando era joven me deprimí mucho y me entró una angustia tremenda porque yo quería tener una novia, pero cómo le iba a decir a una muchacha que me gustaba, se iba a enojar, a molestar, me iba a odiar. Mi hermana me llevó con una sicóloga y lo primero que le dije fue: "Me quiero operar, yo no quiero tener esta apariencia".
Mario dice que la doctora, alarmada, le recomendó que no se hiciera nada, porque las cirugías no servían. "Entonces me dediqué a estar ausente y en cuanto pude me vestí de hombre completamente".
En tanto, Diana Laura dice que siempre se sintió niña, por eso le causaba extrañeza la diferenciación entre varones y niñas. "En un bailable en el kínder me pusieron un traje de griego, aunque representaba a un hombre, para mí era muy femenino. Ahí es cuando me identifiqué como una mujer por primera vez".
En su caso, aunque logró sortear la infancia trasvistiéndose ocasionalmente, el problema llegó en la adolescencia, cuando estudiaba la secundaria. "Los libros hablan de la estructura del hombre y la mujer, pero descartan las orientaciones y las identidades sexuales. Buscas cuadrarte con esas definiciones y entonces empieza la lucha interna entre tu ser consciente y el que te pide que seas. Mi ser me decía: ´tú eres una mujer´, pero la sociedad insistía en que era un hombre".
A lo largo de su vida, tanto Mario como Diana Laura han enfrentado discriminación, comentarios sarcásticos y rechazo social; sin embargo, lo peor es la situación legal que impide un cambio de nombre, "prácticamente eres ilegal en tu propio país", dice Diana Laura.
"Además no puedes encontrar un trabajo digno que te permita obtener recursos para llegar a una reasignación de sexo, pues las cirugías son carísimas", añade.
Por ello, ambos, junto con otras compañeras transexuales, pretenden conformar una asociación civil, que además de dar información acerca de las personas transexuales y transgénero, continúe la lucha por una Ley Federal de Identidad de Género.
Entre los planes de Mario, simpático y muy cuidadoso de su lenguaje -evita usar palabras altisonantes-, está el de jubilarse el próximo año para lograr el proyecto de su organización y reiniciar sus viajes; mientras Diana Laura piensa que lo mejor sería emigrar a un país en el que recupere sus derechos ciudadanos, aunque por el momento ambos permanecen juntos.
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Notas personales:
(*1) ¿Que son una mujer y hombre de verdad?
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Señalan que las personas transexuales enfrentan una situación legal que les impide cambiar de nombre. Son objeto de discriminación, comentarios sarcásticos y rechazo social.
Mario nació ella y Diana Laura, él. Ambos son transexuales. Se conocieron hace cuatro años y son pareja. A pesar de haber conseguido una transformación física, sólo les falta el cambio legal de su nombre y la reasignación de sexo para vivir como un hombre y una mujer de verdad.(*1)
De baja estatura, el cabello corto y escaso con algunas canas, además de restos de barba en el rostro, Mario Shajar Sánchez, de 54 años, dice que el momento más feliz de su vida fue hace cinco: cuando desapareció el fantasma que lo perseguía desde la niñez. "Desperté en el cuarto del hospital y lo primero que hice fue tocarme el busto, respiré aliviado y dije: ´¡Por fin se me fue esta mujer que me andaba siguiendo!´".
Diana Laura Guerrero, de cabello largo, delgada, con las uñas de las manos muy bien cuidadas y con sus gafas de sol en la cabeza, asegura que siempre se sintió diferente. Aunque nació en cuerpo de niño, su forma de pensar y de sentir eran los de una mujer. "Al final el cerebro tiende a ganar, dice.
Reservada, con pocos amigos, estudió Ingeniería Mecánico-Eléctrica. Al poco tiempo comenzó a trabajar en una pequeña empresa y un buen día decidió enfrentar a su jefe y a sus compañeros de trabajo como una mujer. Por fortuna, tras algunos inconvenientes, fue bien aceptada, pero no todos ni todas corren la misma suerte, pues según dice la propia Diana Laura la mayoría de los "trans" terminan en situación de trabajo sexual o como estilistas.(*2)
La parte médica
De acuerdo con la sicoterapeuta sexual y de pareja Alma Aldana García, de Especialidades Médico-Psiquiátricas y Psicoterapéuticas (EMEPP), "un transexual es una persona que tiene la sensación interna de pertenecer a otro género", por ello las frases que los caracterizan son: "soy una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre", o bien, "soy un hombre atrapado en el cuerpo de una mujer".
"Sin embargo, para asegurar el diagnóstico es necesario descartar la esquizofrenia, los casos de doble personalidad, o las tendencias borderline, y comenzar con una terapia muy larga, mínimo de ocho años, de acuerdo con los manuales internacionales. En ella tienes que aclarar que el paciente, hombre o mujer, sea realmente un transexual, es decir, que se viva atrapado en un cuerpo que no le corresponde. Generalmente estos síntomas aparecen desde la primera infancia", continúa Aldana.
La especialista agrega que cuando una persona ha logrado vivir 24 horas con su nuevo género, se empieza un trabajo de equipo con un siquiatra, un neurólogo y un endocrinólogo, este último comienza a administrar hormonas para que el cuerpo empiece a cambiar antes de llegar a una cirugía.
En el caso de Mario, él recuerda que en la casa vestía de niña, "pero desde que tengo uso de razón siempre he sabido que soy un hombre, por eso decidí vivir independientemente del cuerpo en que estaba y bloquear mi mente. Nunca anduve viéndome ni agarrándome nada", dice mientras espera a sus compañeras que todos los martes se reúnen en el Centro Cultural de la Diversidad Sexual de la colonia Roma.
"Incluso llegué a pensar que cuando me bajara la regla me iba a componer, pero nada de eso sucedió. En la menstruación hacía como si no fuera yo. Sólo trataba de asear el cuerpo que me habían asignado", continúa.
Sin embargo, el gran problema para Mario, quien desde 1992 trabaja como celador en un reclusorio femenil, fue en la juventud. "Cuando era joven me deprimí mucho y me entró una angustia tremenda porque yo quería tener una novia, pero cómo le iba a decir a una muchacha que me gustaba, se iba a enojar, a molestar, me iba a odiar. Mi hermana me llevó con una sicóloga y lo primero que le dije fue: "Me quiero operar, yo no quiero tener esta apariencia".
Mario dice que la doctora, alarmada, le recomendó que no se hiciera nada, porque las cirugías no servían. "Entonces me dediqué a estar ausente y en cuanto pude me vestí de hombre completamente".
En tanto, Diana Laura dice que siempre se sintió niña, por eso le causaba extrañeza la diferenciación entre varones y niñas. "En un bailable en el kínder me pusieron un traje de griego, aunque representaba a un hombre, para mí era muy femenino. Ahí es cuando me identifiqué como una mujer por primera vez".
En su caso, aunque logró sortear la infancia trasvistiéndose ocasionalmente, el problema llegó en la adolescencia, cuando estudiaba la secundaria. "Los libros hablan de la estructura del hombre y la mujer, pero descartan las orientaciones y las identidades sexuales. Buscas cuadrarte con esas definiciones y entonces empieza la lucha interna entre tu ser consciente y el que te pide que seas. Mi ser me decía: ´tú eres una mujer´, pero la sociedad insistía en que era un hombre".
A lo largo de su vida, tanto Mario como Diana Laura han enfrentado discriminación, comentarios sarcásticos y rechazo social; sin embargo, lo peor es la situación legal que impide un cambio de nombre, "prácticamente eres ilegal en tu propio país", dice Diana Laura.
"Además no puedes encontrar un trabajo digno que te permita obtener recursos para llegar a una reasignación de sexo, pues las cirugías son carísimas", añade.
Por ello, ambos, junto con otras compañeras transexuales, pretenden conformar una asociación civil, que además de dar información acerca de las personas transexuales y transgénero, continúe la lucha por una Ley Federal de Identidad de Género.
Entre los planes de Mario, simpático y muy cuidadoso de su lenguaje -evita usar palabras altisonantes-, está el de jubilarse el próximo año para lograr el proyecto de su organización y reiniciar sus viajes; mientras Diana Laura piensa que lo mejor sería emigrar a un país en el que recupere sus derechos ciudadanos, aunque por el momento ambos permanecen juntos.
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Notas personales:
(*1) ¿Que son una mujer y hombre de verdad?
(*2) El trabajo sexual cuando es por obligación comprendo que no es justo, pero ejercer de estilistas es una vocación de la misma manera que para otras personas su vocación es ser Ingeniero Mecánico-Eléctrico, Químico, Informático o Abogado...etc. En definitiva, algo muy distinto es trabajar en un trabajo que te imponen como es ejercer la prostitución y algo muy distinto es trabajar en lo que te atrae por vocación.
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