28 junio 2007

La presencia hispana en Stonewall - STONEWALL - Sylvia Rivera

(Nueva York)El Diario-.
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Nueva York/Redacción EDLP-.El resumen de uno de los periódicos de la época es escueto: cuatro policías fueron heridos y trece personas arrestadas en Manhattan durante una redada en una sórdida barra controlada por la Mafia.

Ocurrió en el vecindario de Greenwich Village, en una madrugada del último fin de semana de junio en el último año de la tumultuosa, psicodélica, década hippie de los 60.

Hasta los detalles más ínfimos del suceso han pasado a ser asuntos de interés histórico. Se ha discutido si el motivo de la redada fue el anhelo del alcalde John Lindsay de establecer sus credenciales de vigilante de la moral pública, porque era año de elecciones. Se ha discutido la manera en que los ocho agentes que irrumpieron en la barra terminaron quedando atrapados dentro del local. “Yo había estado en situaciones de combate, y nunca hubo un momento en que me sintiera más asustado que esa noche”, relataría años más tarde uno de los policías, Seymour Pine, en una entrevista para la radio pública.

Se ha discutido si los policías respondieron con violencia cuando alguien se quejó de que las esposas le quedaban muy apretadas. Y si
la multitud respondió a su vez tirándole objetos a los policías con gritos de “¡brutalidad policial!” y “¡ya no aguantaremos esto!”

Se han discutido, y probablemente se seguirán discutiendo, todos esos detalles, pero ya se puede decir que la historia dio su veredicto sobre
la importancia de lo que ocurrió en esa barra aquella madrugada del sábado 28 de junio de 1969 y del motín que se desató en las calles de Manhattan después de la fracasada redada policial.

El veredicto se conoce porque el nombre de esa pequeña barra, el Stonewall Inn, ha dado la vuelta al mundo. La mera palabra Stonewall se convirtió en grito de guerra de comunidades TLGB a nivel internacional. Lo que sucedió a partir de esa noche en las calles de Nueva York transformó al vecindario del Greenwich Village, a la ciudad y al país. Lo sucedido en el Stonewall marca el punto más público y dramático del nacimiento del movimiento de derechos TLGB en los Estados Unidos, cuando una comunidad que había estado silente y sometida a los arrestos decidió que ya no quería seguir obligada a vivir en secreto. Pero tal vez se sabe menos que los eventos de esa noche también son parte de la historia de las personas TLGB hispanas en la ciudad de Nueva York, porque
los clientes de la barra Stonewall —lesbianas, homosexuales, travestis/transexuales— eran sobre todo latinos y afroamericanos. Stonewall, esa rebelión con repercusiones internacionales, fue una protesta hispana también.

Tal vez el nombre más famoso entre los protagonistas de los eventos de esa noche es el de Sylvia Rivera (fotografía superior).

Rivera, quien falleció en el 2002, dijo en diversas entrevistas que antes de Stonewall, las travestis vivían aterrorizadas por las golpizas y los arrestos. “¿Sabe lo que fue más bonito de aquella noche? Ver a los hermanos y las hermanas de pie como una gente unida”, relató en una entrevista. Y en otra dijo que lo que 1969 había traído a su vida fue simplemente el beneficio de “ser totalmente libre”.

El contraste de lo que es ser latino o latina y transexual, lesbiana o gay en la era post Stonewall es evidente en comunidades como Jackson Heights, Queens el condado que ahora es el centro de la comunidad TLGB latina de la ciudad, y tal vez de toda la región, en opinión de Eddie Valentín, quien con su compañero Casimiro Villa es dueño de tres populares bares TLGB en el condado: Club Atlantis, Friends Tavern y Music Box Bar.

En la era antes de Stonewall, según aquel agente Pine, la policía podía enviar a sólo dos uniformados para controlar una barra llena con cientos de travestis, porque el temor y la fuerza de la ley eran tales que nadie protestaba por los arrestos.

“Todavía hay un poco de miedo”, relata ahora Valentín, quien en deferencia a muchos clientes mantiene opacos los cristales de sus negocios. Pero la situación ha cambiado al punto en que
en una comunidad como Jackson Heights, el comerciante ve a muchos de sus clientes salir de los establecimientos tomados de la mano, sin que nada pase.

Y si antes lugares como el Stonewall Inn eran probablemente innombrables, ahora a Valentín le ha tocado ser anfitrión de actividades para recaudar fondos de candidatos a elecciones. Aún hace veinte años, dice Valentín, “eso no se veía. Uno no veía a un político venir a un bar TLGB”.

A partir de Stonewall ha habido muchos otros hitos históricos para la comunidad TLGB hispana, además de la visibilidad permitida por esa rebelión: se han hecho marchas, hay participación cada vez mayor en la vida política, y se han vivido los altibajos de la lucha contra el Sida.

La comunidad TLGB latina ha desarrollado ya una historia larga y hasta complicada, relata Andrés Duque, de la organización Mano a Mano, creador del blog Blabbeando.

El nombre de Stonewall está ligado al de Sylvia Rivera como su figura icónica, pero ahora la comunidad TLGB latina ha crecido, con tanta diversidad como la ciudad misma.



Duque proyectó una lista de organizaciones que están haciendo trabajo para apoyar a la comunidad TLGB, en muchos casos trabajando sin salarios y sin oficinas. Entre ellas hay una organización colombiana, COLEGA(fotografía superior 2); una ecuatoriana, Latitud Cero; otra dominicana, GALDE; también el Primer Movimiento Peruano TLGB; la organización venezolana VALGO, y otra llamada Venezuelan Gay United; y ahora también una de gays del cono sur, que se llama Mateando. Y esa no es ni siquiera la lista completa. Si en la era de Stonewall el problema para la comunidad TLGB de la ciudad eran las leyes de moralidad pública, ahora hay organizaciones TLGB hispanas que han tenido que desarrollar la capacidad de manejar asuntos de inmigración.



“Muy poquitas personas saben que hay este historial y la existencia de estos grupos”, dijo Duque. Y agrega que aparte de la diversidad étnica, ha habido un fuerte empuje para que se escuche la voz de las lesbianas también. Cita el caso de la organización Las Buenas Amigas (fotografía superior 3), que ya tiene más de veinte años de creada.

Carmen Vázquez, de Empire State Pride Agenda, dice que también
“ha habido una evolución, de donde había básicamente muchos grupos sociales a grupos que están tratando de hacer más”.

Han pasado casi 30 años desde aquel momento histórico en el que volaron los zapatos y las botellas en una barra controlada por los Gambino, aquel momento a partir del cual, en palabras del agente Pine, las travestis mostraron “una nueva clase de valor” y los policías se dieron cuenta de que “estábamos ahora tratando con seres humanos”.

Y mucho ha cambiado para las personas TLGB latinas desde esa época, pero para activistas como Vázquez todavía hay mucho que cambiar. No hay organización TLGB latina nacional, por ejemplo, y todavía las organizaciones latinas tienen que hacer escuchar su voz mucho más para “tener un impacto en el movimiento TLGB en general, y en el mundo”.

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28 de junio, 1969, Stonewall, nosotras las transexuales estuvimos allí en primera persona

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Stonewal era un pub frecuentado en su amplia mayoría por personas transexuales.

Los motines de “Stonewall” se consideran como el evento más trascendental de la historia del movimiento de liberación GLTB.. La lenta pero consistente apertura social hacia la aceptación y mejor entendimiento de la comunidad homosexual que podemos comenzar a ver hoy tiene su origen, en gran medida, en una calurosa noche de verano del año 1969, cuando un grupo de transexuales, lesbianas y gays dejar de ser víctimas y empezar a luchar por sus derechos. Aunque la violencia con la que se dieron estos sucesos puede ser censurada por algunos, lo cierto es que el fruto final de los motines de “Stonewall” fue uno muy positivo que aún ahora, en el siglo XXI sigue vigente en el mundo.

Aunque los enfrentamientos de “Stonewall” se han considerado tradicionalmente como la primera protesta masiva de Transexuales, lesbianas y gays en busca de la igualdad, investigaciones arrojan que
con anterioridad a “Stonewall” ya había grupos organizados de gays y lesbianas realizando protestas a través de los Estados Unidos. A continuación se enumeran solamente algunas de estas demostraciones:

17 de abril de 1965: Miembros de la organización Mattachine Society protestan frente a las Naciones Unidas y la Casa Blanca en contra de las injusticias del gobierno cubano de Fidel Castro cometidas contra los homosexuales, a quienes puso en campos de concentración.

• Abril y mayo de 1965: La Janus Society protesta en Filadelfia contra el dueño de un restaurante que se negó a servirle a un grupo de personas a quienes identificó como homosexuales y lesbianas.

• Abril de 1966: La Mattachine Society de Nueva York protesta el cierre de las barras gays y las políticas gubernamentales de revocación de licencias de vender bebidas alcohólicas a los establecimientos homosexuales.

Los sucesos de “Stonewall” ocurrieron del 27 al 28 de junio de 1969 en la ciudad de Nueva York. Curiosamente para esa misma fecha, y en esa misma ciudad, se estaba llevando a cabo el entierro de la fenecida actriz, cantante e ícono “gay”, Judy Garland, quien había fallecido días antes en París, Francia y cuyos restos fueron trasladados a Nueva York para ser expuestos. Algunos cronistas han querido ligar la muerte de Judy Garland con “Stonewall”, argumentando que la comunidad homosexual estaba muy sensible durante esa fecha por la muerte de quien consideraban su ídolo y que cualquier chispa habría sido suficiente para encender los ánimos, como ocurrió.

La noche del 27 de junio, la policía de la ciudad de Nueva York, al mando del inspector Seymour Pine, allanaron la barra gay “Stonewall Inn” ubicada en la calle Christopher, en Greenwich Village. Esa misma semana, esta barra había sido intervenida por la policía para “recopilar evidencia sobre venta ilegal de alcohol”. Durante esa intervención, varios clientes comenzaron a reclamar que debía hacerse algo para parar los abusos que cometía la policía neoyorquina contra la comunidad homosexual. Entre los abusos que cometía la policía estaba el conocido como “gayola” que consistía en el cobro de dinero a los dueños y clientes de los establecimientos gays para asegurarles no ser intervenidos. El establecimiento que se negaba a pagar, era intervenido y sus clientes arrestados y sometidos a toda clase de registros indignantes y abusivos.

La policía entró al “Stonewall Inn”, cerró las puertas y mantuvo a todos los clientes dentro del negocio hasta que decidieran lo que iban a hacer. Alrededor de quince minutos más tarde, la policía anunció que dejarían salir a todos aquellos clientes que tuvieran identificación. Los que no presentaron identificación y todas las travestís fueron arrestadas. Mientras tanto, ya la voz se había corrido de que “Stonewall Inn” estaba siendo intervenido y una muchedumbre se había arremolinado a las afueras del local.

Según iban liberando a los clientes, la multitud los aplaudía a las afuera y los ánimos empezaron a caldearse. Para ese momento, ya se habían congregado más de 400 personas.
Pero lo que detonó la violencia fue el momento en que tres travestís fueron arrestadas y metidas en la furgoneta de la policía, junto con el bartender y el dueño. Una de las travestís(1) se bajó de la furgoneta y un policía la golpeó y la subió por la fuerza nuevamente. Ahí fue cuando la multitud comenzó a quejarse de que se estaba cometiendo brutalidad policíaca y empezaron a insultar a los policías.

La gente le tiraba monedas a la policía en abierta referencia a la “gayola” y como forma de insultarlos. Pero cuando se terminaron las monedas, empezaron a lanzar botellas, latas, piedras y toda clase de objetos. El inspector Pine y sus hombres se refugiaron nuevamente dentro del bar. Una vez dentro del bar, comenzaron a destrozarlo y a golpear a mansalva al resto de los clientes que quedaban dentro, incluyendo a un cantante heterosexual.

La gente destrozó las ventanas del local desde afuera para ganar acceso al interior, donde se encontraba la policía. Alguien empezó a rociar líquido de encendedores para quemar la barra con la policía dentro. Otros arrancaron los parquímetros y comenzaron a usarlos de proyectiles. El grito de lucha era: “Gay power!”.

El inspector Pine ya tenía pensado dar la orden para disparar contra la muchedumbre, cuando escuchó las sirenas de los refuerzos. La Unidad de Operaciones Tácticas entró en acción y logró inicialmente controlar a la masa de gente. Sin embargo, y contrario a lo que esperaba la policía, la muchedumbre comenzó a reorganizarse a las espaldas de los agentes de operaciones tácticas y los enfrentaron lanzándoles toda clase de objetos.

El motín pudo ser controlado por la policía bastante entrada la madrugada del 28 de junio. Los sucesos dejaron un saldo de trece personas arrestadas y tres policías heridos. Afortunadamente no hubo muertos en los enfrentamientos.

¿En qué estriba la importancia de los sucesos de “Stonewall”? Más que nada en que por primera vez, personas con una misma orientación sexual e identidad de género y deseos de un trato justo, dejaron de permanecer aislados y se unieron para luchar contra el sistema.
Si bien es cierto que antes de “Stonewall” ya existían grupos luchando por la igualdad de derechos para la comunidad homosexual, nunca antes se había dado una manifestación tan espontánea y masiva como la ocurrida en la calle Christopher. Los motines de “Stonewall” pueden ser descritos como una masa de furia contenida que tuvo su escape esa célebre noche.

Además, las autoridades dejaron de ver a la comunidad TLGB como un grupo de seres marginados, y se dieron cuenta de que eran un grupo sólido y unido que podían hablar con una sola voz y hacerse escuchar. Las políticas gubernamentales de la ciudad de Nueva York, relacionadas con intervenciones policíacas en establecimientos TLGB, fueron revisadas y enmendadas para lograr un trato más igualitario.

También el activismo de los homosexuales cobró fuerza y surgieron más organizaciones enfocadas a la lucha por los derechos de los gays, lesbianas y transexuales. Muchas de esas nuevas organizaciones, aún existen y están muy activas en la lucha por las causas de la comunidad homosexual. La gente dejó de sentirse atemorizada y empezaron a unirse a estos grupos activistas.

Ciertamente, los motines de “Stonewall” marcaron el momento histórico en que los gays, las lesbianas y los transexuales hicieron algo más que salir del “closet”. En esta ocasión salieron de años de silencio y se dejaron sentir.
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Nota personal: (1)Cuando se refiere a travestís o travestis, era la forma antigua en USA de llamar a las mujeres transexuales
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Es nuestra obligación recordar a quienes nos precedieron en la lucha por los derechos Transexuales

No olvidemos nunca que Stonewall era un pub frecuentado en su amplia mayoría por personas transexuales. Sylvia Rivera (fotografía izquierda), estaba allí, nuestra precursora por nuestros derechos, el de las y los transexuales. Luchadora infatigable, que nos dejó hace apenas unos años.

Va por ella y por todas y todos los que han hecho posible que hoy podemos comenzar a vislumbrar mas de cerca nuestras equidades.

Es nuestro deber, es nuestra obligación, recordar a quienes nos precedieron, y nos llegaron en casos hasta dar su vida.

Kim Pérez y carlaantonelli.com -. ¡Cómo embellece nuestra memoria Sylvia Rivera, combativa y solidaria hasta las tripas!

¿No vemos en ella la representación de lo que es el cambio de la historia trans, desde los tiempos de la represión hasta la afirmación desafiante, lo que ocurrió a partir de Stonewall, donde Sylvia fue de las primeras?

Leo estos días sobre la historia del movimiento gaylesbitrans. Antes de Stonewall, hubo acciones, incluso una marcha en Los Ángeles, pero estuvieron limitados por ser actos de clase media, que no iban más allá de pretender la ayuda mutua o de pedir el respeto que se les negaba.

Stonewall fue la respuesta furiosa de la gente de la calle al acoso policial. La hartera de la prepotencia unida a la beatería, revolviendo a los últimos de cualquier curso. Como Sylvia, entre los demás, que había nacido en una familia inmigrante puertorriqueña (que son coloniales, para los americanos), de la que salió ¡a los once años!

A los once años en la calle, entre los contenedores de basura. En un tiempo (1962), en el que el sueño americano de chaqueta, corbata y pantalones con raya estaba intacto. Lo que se veía todos los días eran arrestos, redadas, humillaciones...y parecían normales.

A seis mil kilómetros de allí, yo estaba en el peor de los armarios, en el silencio total, arreglándome como mujer ante el espejo del lavabo, con la puerta cerrada, existiendo sólo ante mis propios ojos. Acababa de pasar tres meses en un psiquiátrico, afectada por un trastorno relacionado con todo lo que me destrozaba.

No sabía que Sylvia, diez años menor que yo, me iba a liberar.

Sylvia, delgada, una minifalda sobre sus patillas flacas, moviéndose por la acera, conociendo a unos y otras, enterándose de la vida.

Siete años más tarde, era una de las travestís que acudían al bar Stonewall; cuando se lió todo, fue una de quienes la liaron. El lío duró tres días, el 27, 28 y 29 de junio ¡Los maricas plantando cara a la Policía! ¡Se acabó!

Se acabaron siglos.

Conforme pasó el tiempo, ya metida en faena, con unos veinte años, sabiendo muy bien todo lo que pasaba, con su amiga Marsha se metieron a fundar lo que llamaron el STAR: Street Transvestite Action Revolutionaries.

Lo que más les agobiaba era la gente trans que tenía que dormir en la calle; pretendían crearles un refugio. Aquello no duró en sí mucho, pero era lo primero que se les había ocurrido a aquella banda de drags, travestís y transexuales.

¡El STAR! ¡La Estrella!

La mañana comienza con la estrella de la mañana y la estrella de la tarde es la primera que se enciende por las tardes.

Estos días he leído algunos recuerdos de su militancia durante los años siguientes. De cuando hablaba en público, testimoniando el "visceral dolor" que había conocido en las calles (Jill Weiss) De cómo en sus intervenciones se sentía que estaba hablando de "cuestiones de vida o muerte" (Kit Rachlin)

De cómo se dolió y se opuso al rechazo por parte de las primitivas organizaciones, integracionistas, de clase media, de "las drags y las travestís y otra variantes de género... aunque eran la fuerza de choque del movimiento gay" (Bebe Scarpinato) "¡El infierno sabe la furia de una drag despreciada!", dijo ella.

Stephen Whittle recuerda cómo, "sin pasta en absoluto, hizo las acciones de calle necesarias para proteger a gente corriente que no tenía dinero, raramente casa, que era rechazada por los médicos, echada de los trabajos, golpeada, expulsada de las urgencias, amenazada o arrestada..." Las trans.

Helena Velena cuenta cómo, Sylvia Rivera, nada menos que Sylvia Rivera lloraba con su novia Julia, hablando de las dificultades de las relaciones trans "en un mundo que todavía vive en el pasado".

Con el tiempo, yo me liberé también, aprovechando aquel tremendo tirón, de veinte años antes, dado por aquellas criaturas retadoras y valientes, en aquel bar Stonewall y en todo lo que siguió...

Fui a Bolonia, al Encuentro Transiti; llevaba una camisa casi transparente, estampada en tonos rojizos y castaños y una falda canela clara. Tenía ya bastante más de cincuenta años, pero estaba allí. Me presentaron a Sylvia Rivera, con sus ojillos pequeños, brillantes e incisivos, que sonreían naturalmente. Su sonrisa era cariñosa y bondadosa y me traía a la memoria otras que había visto en mi familia. Paseamos con nuestro grupo de trans por las calles soportaladas y tranquilas, ella de la mano de Julia. Me di cuenta de pronto de que era el 28...no, el 29 de Junio de 2000. Festejaba así, con ella, aquel año tan simbólico, el Día del Orgullo Gay, treinta y un años después de lo que ella hizo en Stonewall. Me parecía un regalo del cielo, algo que no tenía explicación, una especie de premio inesperado para confirmarme que estaba bien lo que estaba haciendo. Yo estaba liberada.

Por Kim Pérez
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Crónica de su defunción

Nueva York
Sylvia Rivera,una pionera del movimiento de liberación transexual ha muerto en la madrugada del martes, 19 de febrero de 2002, a los 50 años, por complicaciones de un cáncer de hígado.

De origen puertorriqueño, y lengua materna castellana, comenzó haciendo la calle en su adolescencia, después de dejar su casa a los once años.

Estuvo en los sucesos de
Stonewall ,del 27, 28 y 29 de junio de 1969. Con Marsha P. Johnson, fundó el STAR,Street Transvestite Action Revolutionaries que se proponía crear un espacio seguro y acogedor para jóvenes trans. El acoso sufrido por gays y trans, especialmente el de radiantes variantes de género como ella misma, la llevó a ser una orgullosa, nunca arrepentida y nunca consentidora defensora de drag queens, trans y otras personas de género libre durante toda su vida. Llegó a ser la conciencia de la comunidad GLBT, defendiendo la inclusión de todos y todas en ella.

El personaje de "La Miranda", de la película "Stonewall", está basado en ella, en su ternura y su combatividad. Su perfil literario, trazado en el best seller del mismo título, hizo a mucha gente consciente de su inconformista y totalmente comprometida atención sobre los derechos humanos para todos.

En el año 2000, estuvo en Europa, participando en el Encuentro Transiti, de Bolonia y como invitada de honor en el World Pride de Roma.

Deja a su novia y compañera Julia Murray y a cientos de personas a quienes ayudó práctica y moralmente por su determinación y ejemplo durante toda su vida.

Puedes escuchar desde estos vínculos los testimonios de todas aquellas personas que participaron en los hechos de Stonewall, entre ellos los de Sylvia Rivera (
testimonios a 56 K ó testimonios a ISDN )

Descansa en paz Silvya Rivera, te agradecemos a ti y a todas las Silvyas Riveras de este planeta vuestro empeño por hacer un mundo mejor, y para todos.

Carla Antonelli

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Trans en Libertad

Los meses, los días se han amontonado a toda prisa, tal como suelen, y ahora que haces la cuenta resulta que llevas ya quince años viviendo como trans entre trans. ¿Tienes algo que contar y sobre todo hay algo que recuerdes siempre, que valga la pena que vuelva a tu cabeza una y otra vez, como el son de una canción, que recorre el cielo entero con su escalofrío; hay algo que te haga llorar al recordarlo?

Lo primero que se me viene a la cabeza no lo viví yo y al contrario, fue algo que pasó mientras yo estaba en el peor de los armarios, el de la cobardía y el miedo a ser pobre, pero que acabó tocando un momento mi vida, como si fuera una mano tendida que la rozó con la punta de sus dedos. Sylvia Rivera, una hija de puertorriqueños, rompió con todo lo que hubiera que romper para vivir como trans (entonces, en América, se nos llamaba a todas drags, como aquí travestis), tirada en las calles de Nueva York, como tantas otras. En aquellos años, yo había dado cautelosamente mis primeros pasos, más dentro que fuera del armario, pero Sylvia, con más suerte, también hay que decirlo, iba a un bareto llamado Stonewall, y con toda la rabia y la desesperación que para entonces había amontonado, arrastró a todas las mariconas a plantar por primera vez cara a la policía.

Yo entonces ni me enteré, pero luego lo he visto en una película maravillosa en la que La Miranda es el personaje que representa a Sylvia, y he llorado tantas veces como la he visto. Marginación, desgarramiento, desesperación, orgullo, valentía, izquierdismo (el joven y guapo homosexual, también desesperado, que levanta el brazo y el puño bajo su ventana)

Luego, por algún don del cielo, Sylvia Rivera pasó un momento junto a mí en Bolonia, en el mismísimo año 2000, unos días antes del Orgullo Gay, como para decirme algo. Cenamos todas las trans que nos juntamos, (Beatriz Espejo también), una noche, y la otra también. Sylvia me regaló un disco grabado por una amiga suya. Nos separamos. Se murió.

Una de las veces que vi la película, fue con mi amiga Lola la del Puerto, que también fue muy valiente y tuvo que aguantar todo lo que se quiera imaginar, y lo aguantó, en los años setenta. Entonces, al terminar de verla, con los ojos todavía llenos de lágrimas, me levanté y rompí delante de ella todos los papeles que podían recordarme las derechas.

(Cuántas amigas tengo que si hubieran tenido que compartir sus recuerdos con Sylvia los hubieran encontrado idénticos. Cuánto envidio vuestra valentía. No tengo que decir vuestros nombres. Vosotras lo sabéis)

Hoy la Argentina, con las valientes travestis que desafían policía y más, y asumen este nombre querido como bandera, o Chile, o Venezuela, o Guatemala, o México, siguen teniendo las calles que conoció Sylvia y que conocisteis vosotras, los miedos, los abandonos, las soledades, y allí no se ha vencido todavía ninguna batalla como Stonewall. También es verdad que los enemigos son más y más feroces y despiadados y entrenados.

No hay allí lugar para la nostalgia, sólo para el presente y para el futuro.

Pero también, qué hermosas noches de libertad y de pecado conocí yo en "la oficina" del Humilladero de Granada, negro y reluciente bajo la lluvia o el agua de las mangueras, donde trabajaban Andrea, guapísima, de largos cabellos negrísimos, y óvalos en su rostro y sus ojos, a quien le gustaba que la llamasen "puta", porque es un nombre de mujer, y junto a ella Paqui la Cuerpo, otra fugitiva del patriarcalismo gitano y mi amiga querida Sonia, también gitana, también huída, y Brenda, tan deslumbrante, una adolescente rubia a quien le iba de maravilla el nombre americano, y luego, unos años más tarde, donde conocí a María José, tan alta, tan delgada, tan segura, que me provoca sólo admiración y la chica de Santa Fe y aquella mujer agobiada pero elegante con la que hablamos una noche...

Y las noches y las madrugadas clareantes de Sevilla, reuniéndonos después de la desafiante marcha a tomar café sobre el serrín de un bar que cerraba, con la compañía y el cariño de Merche, mi amiga del alma, orgullosa y despierta, con la cabeza siempre alta, como le ha enseñado su madre, y Miriam, que se había venido con nosotras desde Granada, y Jenny, que llegó de Madrid para estar a nuestro lado. Noche y libertad, como los anarquistas habían pedido tierra y libertad y mucho sexo, vibraciones de orgasmos y chorros de semen por las calles.

Jenny, mi amiga más querida en el fondo de mi alma, mi otra yo, atravesando la noche de Madrid y recalando en el Max de madrugada. O en Granada en el Vértigo, de cortinones de cuero pesadísimos. O en Madrid, Mónica y Nancy, y sólo en un refilón intrigante, entonces, Juana.

Lo que había de grande en todo aquello era desafío, locura y marginalidad. Mucha belleza, la del presente fugitivo, la única que siento y lo único que pasa por las ansiosas manos humanas. La racionalidad y el cálculo nos amenazaban a todas y de hecho nos arrancaron de allí.

Yo seguí dedicándome al modelo de las trans integradas, respetables, y de hecho lo conseguí; arramblaba con las televisiones y sabía utilizarlas, para edificar en ellas la posibilidad de que entrásemos en el mundo burgués; yo entré, pero todo lo que había en mi vida de prodigioso, el Tony y el Paco, Mario y su novia, Iván, con quien tantísimo tengo que recordar y también llorar, Jaime, las noches de luz acuática del Ángel Azul, se me escapaba entre los dedos: sólo me aferré a Jorge y sigo aferrada.

Racionalmente, Merche prefirió abandonar los aplausos que eran su vida y se casó, Jenny también se casó, y abandonaron la grandeza y la maravilla que había en sus vidas. Es natural, no todos somos capaces de vivir permanentemente la belleza de la incertidumbre, que es la libertad (Sólo Lola la del Sacromonte sigue haciendo estragos y desplantándose)

Bueno, bien visto, también yo, ahora que estoy retirada y no tengo que darle cuentas a nadie, ni siquiera ser ya respetable, he llegado al momento de ser, por unos meses, por unos años, por unos decenios, quién sabe: libre.

Outers

De la clandestinidad (antes, de las hogueras), a la "integración homosexual" (años 60); después, Stonewall (hecho por trans que se consideraban todavía una forma de gays); después, el Orgullo Gay; las identidades (años 70); luego, lo queer, lo raro, lo marica, lo provocador, lo rompegéneros (años 80 y 90) Ésta es nuestra historia. Bueno, en los Estados Unidos.

En España, la antigua sede del Imperio Católico, todo ha ido más deprisa y como atropellándose unas cosas a otras: de los mariquitas de Cádiz, defendiéndose mediante una autodenigración burlona, el subdesarrollo y la dictadura, al desarrollo, la Transición, Bibi Andersen y el Front d’Alliberament Gai de Catalunya, junto con el integracionismo de Barcelona y Valencia (años 70). Luego vinieron Chueca y el Orgullo Gay (años 90) Lo queer ha sido aquí un fuerte impulso teórico. ¡Todo esto en el transcurso de una vida humana, Dios mío, por ejemplo la mía, desde la clandestinidad al transactivismo!

¿Dónde estamos ahora?

Creo que en condiciones parecidas. En los Estados Unidos se ha ido despacio y marcando el camino, y en España nos hemos acelerado y hemos conseguido estar en un plano similar en pocos años. Más profundamente quizás. En Estados Unidos la Seguridad Social no cubre el cambio de sexo y aquí no hay fundamentalismo social.

En los años cero, estamos en lo postqueer o transqueer. ¿Por qué digo eso? Porque hemos traspasado, atravesado lo queer y estamos en un lugar superior.

Hemos aprendido de las ideas queer (Foucault), no las negamos, pero estamos en la práctica más lejos.

Ya no somos los raros, porque la sociedad nos imita y nos sigue, aprende de nosotros.

Los que éramos marginales, somos centrales, vanguardia que transmite ideas, valores y consumo, teoría no ya sobre nosotros sino sobre todo el ser humano.

Nuestra experiencia radical se convierte en una experiencia humana radical, de dimensiones colectivas.

El mundo se abre y se transforma.

Hacemos que cada cual pueda verse a sí mismo sin las rigideces conceptuales de la ortodoxia sexual. Que no tenga que imitar formas ajenas. Que cree las propias.

Que no tenga que someterse a disciplinas ajenas. Que aprenda que su realidad es interior y que la libere.

Que asuma actitudes, ropa, proyectos, fundamentalmente propios. Que se una voluntariamente a los semejantes que encuentre, no reglamentariamente.

Empezando por el sexo, el género y la orientación y siguiendo por todo lo demás.

Por eso somos los outers, los exteriores.

Los que hemos salido del armario, en una sociedad que también está saliendo del armario.

En la que se abandonan las antiguas ligaduras (religiosidades de pertenencia social, convencionalismos rurales, conservadurismos temerosos) y se contempla cómo nosotros, gays, lesbis, bisex, trans, afirmamos y defendemos la soberanía de la realidad interior.

La hemos defendido en un nivel teórico, primero.

En los años 60, el feminismo trajo el concepto de sexismo, como problema de resolución prioritaria, viendo claramente dos sexos, uno dominante y otro subordinado. En los 70, la experiencia trans produjo, entre las feministas, el concepto de género, como realidad distinta del sexo.

En los años 80, el movimiento gaylésbico amplió el sexismo hasta el heterosexismo: ya no se veían sólo los sexos o los géneros, sino una sexualidad definida como natural, la heterosexualidad, y otra que se le contraponía, la homosexualidad (Foucault pensaba que del concepto de heterosexual nació el de homosexual; yo creo que fue al contrario: la práctica homosexual provocó por reacción la creación de los dos conceptos, transformados en identidades)

Los disfóricos de género somos en los años cero quienes podemos profundizar en el binarismo sexual o sexobinarismo, (que rompen justamente todos los bisexismos, intersexualismos o transexualismos), llegando a comprender con toda claridad que el problema es el número dos que afecta a todos los conceptos sexuales: porque recordaremos como hecho básico que no hay sólo dos sexos físicos, sino muchos más, todas las formas intermedias, incluidas la nuestras sean naturales (intersexualidades cerebrales) o culturalmente realizadas; a las feministas les recordamos que estas formas intermedias no hemos existido siquiera en el discurso político, hasta que hemos dicho: "Estamos aquí; tenéis que contar con nosotras" (esto fue lo que les tuve que decir literalmente en una reunión sobre género en Granada en 2002, para pedir que no se hablara sólo de hombres y mujeres, sino de hombres, mujeres y minorías sexuales; y fui muy bien comprendida); hablando de géneros, podemos decir que no hay sólo dos, lo masculino y lo femenino, sino muchos, muy sutiles, muy variados, muy hermosos, muy enigmáticos, muy reales; hablando de sexualidad, tenemos que decir que no hay sólo la atracción de un hombre por una mujer o la de una mujer por un hombre (o la de un hombre por un hombre y la de una mujer por una mujer), sino un sinfín de sentimientos y comportamientos, temporales o permanentes, de amores de una persona por otra antes que por su sexo o su género, de amores ambiguos por personas ambiguas, que no somos ni hombres ni mujeres, pero somos cada cual y tenemos nuestra belleza propia, irrebatible, irresistible.

Para defendernos a nosotros mismos, para defender nuestro derecho a existir, tal como somos, hemos afirmado que la sexualidad es y debe ser múltiple, confusa, sutil y que lo que en ella cuenta ya es la expresión personal y la atracción entre personas individuales. Expresión y atracción que suelen incluir el deseo de los hijos, pero tambien pueden eludirlo.

Y que esto es un valor que todos pueden reconocer y admitir.

Los disfóricos de género, por definición, somos quienes hemos terminado de romper las barreras. Somos quienes nos hemos sentido profundamente a disgusto con el sistema binario de géneros y quienes a través de él hemos descubierto la irrealidad del sistema binario de sexos y del sistema binario de las orientaciones. Hemos hecho ciudadanos a quienes eran inexistentes en su singularidad.

Por medio, nos hemos encontrado con una sociedad que siguiendo ya su propio impulso o el impulso que le hemos dado, sin apoyaturas teóricas siquiera, va entrando en esta nueva realidad. Heterogays y drags no provocadoras sino integradas, futbolistas que se besan en la boca al meter un gol. Identidades diluidas, variables, cambiantes. Experiencia humana. Exploración. Afirmación de lo que soy yo.

¿Quién me puede negar ese derecho?

"Kránpack" es una película outer española, del 2000, en la que dos amigos adolescentes se hacen pajas mutuas pensando en otra cosa, follan incluso, mientras uno evoluciona hacia el amor por los hombres y otro hacia el amor por las mujeres, sin hacerse preguntas ni dramas.

"Gohatto" es una película outer japonesa que se sitúa en su siglo XIX pero descubre los sentimientos de nuestro tiempo: en un mundo de hombres es posible que todos se enamoren y todos se sorprendan y todos bromeen por la atracción que sienten hacia un compañero en quien feminidad y masculinidad son sólo conceptos, distinciones mentales que separan artificialmente lo que en su persona es una sola y vertiginosa realidad.

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Sylvia Rivera todavía la recordamos...Sylvia Rivera rimembri ancora...

Documento creato agli inizi del 2001, descrive bene come e perchè è nata la manifestazione del gay pride: il 28 giugno del 1968 in un bar di New York, lo Stonewall, alcuni transessuali tra cui Sylvia Rivera, hanno iniziato una guerriglia contro la polizia dopo l'ennesimo soppruso nei loro confronti.

Quelle lotte con la polizia hanno portato il tema al grande pubblico, facendo cadere iprocrisie e dando coraggio a quanti tra omosessuali e trans si sentivano discriminati, osteggiati e violentati.

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Documento creado a principios de 2001, describe bien como y porque las manifestaciones y el nacimiento del día del Orgullo: el 28 de junio de 1969 en un bar de Nueva York, el Stonewall, frecuentado por transexuales del que
Sylvia Rivera, comenzó una guerra contra la policía después de esposarla por confrontarse. Esas luchas con la policía llevaron el asunto a la sociedad, para generar públicamente la hipocresía y dar valor del deterioro hacia las transexuales y gay´s por la discriminación, el hostigamiento y la violencia. (Inglés-Italiano).

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Si se te entrecorta el video, haz lo siguiente:

Deja pasar todo el video con el volumen bajo, después cuando termine pincha en el Play o el triangulo blanco que aparece en el centro de la pantalla.





2 comentarios:

  1. Gracias!! Me agradó colaborar con los reporteros de El Diario La Prensa y me encanta que hayan tomado nota de la nota!

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  2. Al contrario Sr. Andrés Duque, muchas gracias a usted.

    Reciba un cordial saludo

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